Museo Carmen Thyssen Málaga
Memoria de las calles
Margaret Michaelis, Kati Horna y Montserrat Vidal-Barraquer, fotógrafas de Barcelona. Años 30 y 40
Del 11 de julio al 24 de septiembre de 2023
Folleto
Sala ArteSonado (primera planta)
Memoria de las calles
Margaret Michaelis, Kati Horna y Montserrat Vidal-Barraquer, fotógrafas de Barcelona. Años 30 y 40
Del 11 de julio al 24 de septiembre de 2023
Folleto
Sala ArteSonado (primera planta)
Tres fotógrafas recorren en esta exposición las calles de Barcelona en tres momentos históricos consecutivos y claves para la historia de la España reciente. Margaret Michaelis, llegada desde Berlín en 1933, se encuentra con la ciudad moderna de los años treinta, en plena transformación y crecimiento. Sus fotografías del Barrio Chino, en el Raval, testimonian y denuncian, en 1934, la situación de un enclave popular y degradado donde se proyectan los sueños de renovación de arquitectos y urbanistas. Apenas tres años después, la Barcelona de la húngara Kati Horna asiste desde la retaguardia al avance de la guerra civil, mientras la vida cotidiana discurre en sus calles y vecindarios ante el objetivo de la fotógrafa. Concluida la contienda, en una ciudad vacía y silenciada, en los cuarenta se retoma la vida, en los comienzos del franquismo, mientras Montserrat Vidal-Barraquer esquiva las restricciones que se imponen a las mujeres y busca rincones cargados de belleza en su ciudad.
Desde el enfoque documental hasta el más humanista o personal, estas fotografías reivindican el papel imprescindible de las mujeres en el retrato visual de la ciudad y con ellas, pioneras en un entorno poco propicio para las artes en femenino, se muestra, asimismo, la relevancia de la mirada fotográfica moderna como testimonio histórico y vivencial.
Margaret Michaelis (1902-1985)
Procedente de Berlín huyendo del nazismo, Margaret Michaelis, una fotógrafa judía de origen polaco, instaló su estudio en Barcelona entre 1933 y 1937. Por encargo del colectivo de arquitectos GATCPAC fotografió el Barrio del Raval y, entre el lunes 9 y el viernes 13 de abril de 1934, realizó un extenso reportaje de su zona más degradada, el llamado Barrio Chino, para apoyar las demandas de intervención urbanística e higienista en una zona que las fotos de Michaelis retratan además en su bulliciosa vida cotidiana. Calles en las que discurre la ajetreada actividad diaria de los vecinos de este entorno popular y depauperado, o fachadas y patios de edificios humildes con ropa tendida componen un mosaico de la Barcelona de la Segunda República donde se vuelcan los proyectos de progreso y transformación de la ciudad moderna.
Procedente de Berlín huyendo del nazismo, Margaret Michaelis, una fotógrafa judía de origen polaco, instaló su estudio en Barcelona entre 1933 y 1937. Por encargo del colectivo de arquitectos GATCPAC fotografió el Barrio del Raval y, entre el lunes 9 y el viernes 13 de abril de 1934, realizó un extenso reportaje de su zona más degradada, el llamado Barrio Chino, para apoyar las demandas de intervención urbanística e higienista en una zona que las fotos de Michaelis retratan además en su bulliciosa vida cotidiana. Calles en las que discurre la ajetreada actividad diaria de los vecinos de este entorno popular y depauperado, o fachadas y patios de edificios humildes con ropa tendida componen un mosaico de la Barcelona de la Segunda República donde se vuelcan los proyectos de progreso y transformación de la ciudad moderna.
Kati Horna (1912-2000)
El estallido de la guerra civil atrajo a España a numerosos fotógrafos europeos que se adentran en el frente o recorren las ciudades conforme avanza la contienda por el país. Kati Horna -cuyo apellido tomó de su marido, el artista español José Horna- llegó en 1937 por encargo del Ministerio de Propaganda Exterior de la República y visitó varias ciudades. En Barcelona pasó unos días, recogiendo con su cámara la aún tranquila vida de la ciudad, en la que también llamaron su atención el Raval y el Barrio Chino. Niños en las calles, vendedores ambulantes, paredes empapeladas de carteles políticos muestran la calma antes de la tempestad, que ella misma documentará en un viaje posterior, en marzo de 1938, en que será testigo de un bombardeo y de la destrucción que sufre la ciudad.
El estallido de la guerra civil atrajo a España a numerosos fotógrafos europeos que se adentran en el frente o recorren las ciudades conforme avanza la contienda por el país. Kati Horna -cuyo apellido tomó de su marido, el artista español José Horna- llegó en 1937 por encargo del Ministerio de Propaganda Exterior de la República y visitó varias ciudades. En Barcelona pasó unos días, recogiendo con su cámara la aún tranquila vida de la ciudad, en la que también llamaron su atención el Raval y el Barrio Chino. Niños en las calles, vendedores ambulantes, paredes empapeladas de carteles políticos muestran la calma antes de la tempestad, que ella misma documentará en un viaje posterior, en marzo de 1938, en que será testigo de un bombardeo y de la destrucción que sufre la ciudad.
Montserrat Vidal-Barraquer (1902-1992)
Finalizada la guerra, la actividad profesional de las fotógrafas se interrumpió temporalmente, pues el régimen franquista impuso una severa represión a las mujeres y la cultura y las artes. Amparada por su condición de aficionada y buscando espacios donde pasar inadvertida, Montserrat Vidal-Barraquer fotografió la Barcelona de los años cuarenta, una ciudad casi vacía, donde la vida callejera se había vuelto más limitada, refugiada en los barrios como el Gótico o el Born, y en entornos vecinales. Su fascinación por la luz dio forma a unas imágenes con una atmósfera de ensoñación y nostalgia. Muy prolífica –dejó más de 22.000 negativos–, Vidal fue también impulsora del Grupo Femenino de la Agrupación Fotográfica de Cataluña, ya en los cincuenta, que formó y agrupó a numerosas fotógrafas que continuarán el retrato de la capital catalana en las décadas siguientes.
Finalizada la guerra, la actividad profesional de las fotógrafas se interrumpió temporalmente, pues el régimen franquista impuso una severa represión a las mujeres y la cultura y las artes. Amparada por su condición de aficionada y buscando espacios donde pasar inadvertida, Montserrat Vidal-Barraquer fotografió la Barcelona de los años cuarenta, una ciudad casi vacía, donde la vida callejera se había vuelto más limitada, refugiada en los barrios como el Gótico o el Born, y en entornos vecinales. Su fascinación por la luz dio forma a unas imágenes con una atmósfera de ensoñación y nostalgia. Muy prolífica –dejó más de 22.000 negativos–, Vidal fue también impulsora del Grupo Femenino de la Agrupación Fotográfica de Cataluña, ya en los cincuenta, que formó y agrupó a numerosas fotógrafas que continuarán el retrato de la capital catalana en las décadas siguientes.